martes, 5 de octubre de 2010

Premoniciones y sueños proféticos

A veces se les llama presentimientos, y no son más que un extraño aviso o una oscura llamada de advertencia. A veces, se obedece a ese mensaje lanzado por un sexto sentido y no sucede lo que tanto se temía. Pero se agradece "el aviso".

Esto le sucedió a James Cagney cuando viajaba en su automóvil de Los Ángeles a San Francisco en compañía de su esposa, Cagney oyó una voz que le pedía manejar con calma, pues iba a 85 kilómetros por hora, pensó que fue su esposa quien se lo había dicho pero ella le dijo: "¿También lo oíste?". Unos kilómetros más tarde encontraron un enorme camión volcado; de haber mantenido la velocidad el auto hubiera chocado contra el camión.

Ray Linnen, de Kansas; escapó de morir una docena de veces, por una afortunada casualidad. A la edad de 20 trabajaba en una refinería cuando su relevo llegó antes de la hora, razón por la cual Linnen se marchó a casa; minutos después una explosión destruyó el lugar y el hombre que llegó demasiado pronto a su trabajo murió.

Cuando acababa de cumplir 25 años, en su luna de miel, cruzó un puente en Colorado y cuando se encontraba al otro lado, a salvo, el puente se desplomó. En 1970 formaba parte de un vuelvo charter con un grupo de excursionistas pero llegó tarde al aeropuerto; y el avión ya había despegado; se estrelló minutos mas tarde, falleciendo los 31 pasajeros y la tripulación.

Si los presentimientos o premociones se toman a veces a la ligera, no sucede lo mismo con los sueños anunciadores de calamidades. Aveces se siguen al pie de la letra y nadie se arrepiente de ello, pero puede suceder que no atender al aviso signifique un serio disgusto para aquel que no creyó en él.

El joven Antonio Rocchi, que vivía en Roma, soñó una noche de abril de 1973 que veía a su padre ahogarse en un lecho de fango cercano a su casa de Isola Sacra. Se levantó de inmediato y corrió al canal solo para encontrar la motocicleta de su padre hundida en el fango, cuando la policía rescató el cuerpo de Domenico Rocchi ya estaba muerto.

El viernes anterior a la navidad de 1981, un tendero de Miami llamado Rafael González  soñó que era asesinado por un antiguo empleado; Roberto Álvarez. Una semana después un cliente halló muerto a González, un amigo del fallecido le contó a los agentes de la policía acerca del sueño de su amigo y identificaron que las huellas encontradas en el lugar y en la ropa de Gonzáles pertenecían a Álvarez; al final se vio obligado a confesar el crimen.

Como ven, una premoción se puede presentar de cualquier manera y seria recomendable siempre hacerle caso para no acabar en un trágico desenlace.

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